jueves, 17 de diciembre de 2015

Cuentos de Jerusalén (II)

[II]

Sentado bajo la parra el venerable Natanael, héroe de Israel tres veces herido por los las legiones de Roma, cuenta siempre la misma historia a los niños y las mujeres de Betania que quieran escucharlo antes de que caiga el sol para dar comienzo al Shabat: 

“Aquel fue el día más feliz de mi vida y aunque hace ya muchos años, tantos como nuestro padre Moisés anduvo en el desierto, me acuerdo como si fuera hoy. Entonces aún hubiera sido posible romper nuestro yugo." –Y mientras decía esto señalaba las hogueras que a lo lejos aún humeaban en la colina de la ciudad sobre el solar demolido del Templo-. Se acercaba la Pascua y la ciudad era un polvorín a punto de estallar. Solo esperábamos una señal para iniciar la conjura. Los romanos, avisados por los fariseos, inspeccionaban casa por casa y yo permanecí una semana escondido debajo de un jergón. Mi madre recibía las consignas por las calles y en el mercado. Supe por ella que nadie estaba seguro del paradero de nuestro general. Unos decían que había entrado triunfalmente en la ciudad, acompañado de palmas y ramas de olivo, otros que estaba preso en el pretorio desde hacía varias semanas y no faltaba quien lo hubiera visto discutiendo en secreto con los sumos sacerdotes. Por fin nos dieron la alerta. Con el cuchillo en el cinto y una antorcha en la mano salimos ya de noche por las calles. Éramos como una marea de fuego desbordada que avanzaba hasta romper en los muros del palacio. Luego vendrían los días de la lucha despiadada y la sangre vertida de los leones de Judá, pero en verdad os digo que nunca alcancé mayor plenitud que cuando aclamamos al futuro Rey de Israel ante los mismos ojos del procurador. Hasta los días de mi vejez llega aún el eco unánime de nuestros bramidos haciendo retumbar los muros. Yo puse toda mi alma en ello y grité, grité hasta quedarme afónico y no hay todavía día en que no repita su nombre como un eco de aquella noche de gloria: 

¡Barrabás, Barrrabás, Barrabás!"


Nuevo Testamento, Doré

2 comentarios:

planseldon dijo...

Quién tuviera la máquina del viejo Wells para pasar unas semanas haciendo turismo por la Palestina de aquellos dias... un abrazo, querido JMJ y feliz Navidad.

José María JURADO dijo...

Feliz Navidad, querido Carlos. ¡Quién pudiera!

 
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