sábado, 28 de junio de 2014

El mundo en guerra (29-VI-1914)

Han apagado las luces en el pabellón de caza y las verdes cúpulas de bronce, con el último bramido de las trompas del ocaso, se están hundiendo en el estanque real, constelado de hojas caídas. Agujas rojas de los alerces, vaho en los hocicos del lebrel: es otoño en los bosques de Viena, ¡violín, no dejes de sonar! Tu melancólica y dulce melodía trae un rastro de rosas imperiales a este mundo de ayer despedazado. Entonces, ah, entonces, paseábamos en carroza a la sombra de árboles espléndidos y sabíamos pintar las oscilantes fronteras de las viejas naciones en los mapas de Europa. Entonces, en los salones nublados del café, Gustav Mahler jugaba al ajedrez con Sigmund Freud. Pero se han borrado del cielo las águilas de Schönbrunn, igual que la nube de pólvora que abatió al jabalí por la mañana. Unser Kaiser und Herr. ¿Qué sombras pardas, qué furias rojas, qué masas uniformes se apelmazan  bajo las ménsulas de los palacios? ¡Violín, no dejes de sonar! Que tu melancólica y dulce melodía gire y gire en los salones de baile como un canto de réquiem, que tu luz no se apague en mitad de la inmensa cacería.

"Cúpulas y Capiteles", Siltolá 2011.


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