lunes, 16 de diciembre de 2013

Beato de Liébana

Azufre y frío; el monje levanta la mirada del códice. Junto al escritorio un ajedrez tallado sobre marfil de morsa combate en silencio a los demonios. Se han cubierto de nieve los picos escarpados y el onagro de piedra se borra del capitel. El pergamino arde. Con el canto del gallo, campanario o trompeta, galopan los jinetes por el cielo mozárabe. ¿Quién pintará al Cordero? Hay veinticuatro ancianos que acarician la cítara y pústulas y llagas y cálices y ángeles, estrellas de Van Gogh, bestiarios de Kandinsky, los ojos de Picasso sobre los mares de tinta y almas condenadas. El monje se inclina nuevamente con su pluma de fuego y punza con el pico el iris de la Bestia: desde la red de redes el vómito electrónico anega las pantallas. 

El tiempo está cerca.


Beato de Facundo o de Fernando I y doña Sancha
Kandinsky, "Himmelblau"

Ajedrez de Lewis

Carmina Burana

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